A veces pienso:, por que?, por qué la entrega a los demás, es a veces tan dolorosa?. Entregar amor, amistad, consuelo…tu sonrisa, (aunque sientas ganas de llorar), extender tu mano a quien la necesita. Por qué, alguna veces duele tanto?. Entonces me respondo: recuerda lo que te enseñaron, “devolver un bien por un mal”. Procuro hacerlo, sí, pero cuesta trabajo. Cuando me siento incapacitada para devolver un bien por un mal, guardo silencio. Prefiero callar a responder agresivamente a la persona que me daña. Será verdad eso que dicen “que de bueno a tonto, sólo hay un paso”?. No, creo que no, es simplemente no saber herir, no conocer el sentimiento “odio”. Nadie es perfecto, todos tenemos en nuestro interior alguna razón para sentirnos culpables de algo. Pero de lo que no me sentiré jamás culpable, es de herir a los demás.
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